miércoles, 12 de febrero de 2014

¿Que es un “rito paleolítico”?

Por Margarita O´Rourke

Dado que somos herederas de las enseñanzas de la Ilustración, la religión cristiana ha puesto el énfasis en los pensamientos y conocimientos en vez de la experiencia religiosa.  Pero afortunadamente, gracias al trabajo de una maravillosa mujer nacida en Hungría, educada en Alemania, lingüista, violinista, antropóloga y observadora extraordinaria, hoy día tenemos acceso a un tesoro perdido por siglos.  Felicitas Goodman partió de Alemania con su marido y cuatro niños a los Estados Unidos donde comenzó a trabajar como traductora científica.  En la Universidad del Estado de Ohio, Felicitas se encontró con Erika Bourguignon, una antropóloga con quien empezó a estudiar el fenómeno de la “glosolalia”, conocido como “hablar en lenguas”.  Cuando fue a Yucatán con la intención de estudiar esta manera de hablar, rezar y cantar, otros aspectos de estas experiencias llamaron su atención.  Mientras ella grababa las sesiones, su atención quedó puesta en los métodos usados por los que guiaban los rituales y los cambios experimentados por las personas que participaban en ellos.

Al volver a su trabajo en la Universidad, ella empezó, a principio de los años ’70, a experimentar con sus alumnos usando técnicas aprendidas en el Yucatán: diferentes maneras de respirar, ritmos, sonidos de diferentes instrumentos, cantos, etc.  También en esta década, llegó a sus manos un artículo escrito por un psicólogo canadiense, V.F. Emerson, sobre los cambios en la presión, en la secreción de hormonas, etc., relacionada con diferentes posturas corporales.  Con esta nueva compresión, Felicitas Goodman empezó a revisar la literatura etnográfica buscando ejemplos de obras de arte que exhibiesen posturas corporales empleadas por los pueblos indígenas en diferentes partes del mundo.  La sorprendió constatar que algunos dibujos, piezas de alfarería y obras de escultura estaban acompañadas de textos referidos a ritos espirituales.  En el año 1977, Felicitas Goodman empezó sus experimentos, rigurosamente controlados, y ha continuado por 30 años en varias partes del mundo, especialmente en Francia, Alemania y los Estados Unidos.  Yo la conocí cuando participé en una Jornada de Trance Religioso en su Instituto Cuyamungue en Nuevo México.  Guiados por ella. Entramos a una “realidad alternativa”, a través de un trance religioso.

¿Qué es un trance religioso?

Hay varias condiciones en las que una persona experimenta una percepción alterada (los sueños, la hipnosis, la meditación profunda, entre otras).  El trance religioso es una de éstas, es una condición de conciencia alterada, generalmente inducida por un rito.  Se piensa que sonidos de frecuencias múltiples, repetidos de manera regular, bloquean el hemisferio izquierdo de la corteza cerebral a la ve que estimula el sistema nervioso periférico.  La combinación de estos efectos induce, de manera segura, un estado de conciencia alterada.  El trance altera nuestras capacidades perceptivas, permitiéndonos ir más allá del mundo de los sentidos habituales y haciéndonos receptivos a lo que ha sido llamado una “realidad extraordinaria”—la “realidad alternativa”, como prefiere llamarla Felicitas. 

Para poder percibir esta realidad alternativa, esta especie de “gemela” de nuestra realidad cotidiana, hay que cambiar el funcionamiento de nuestro cuerpo.  La combinación de posturas especificas con una estimulación rítmica, causa cambios neurofisiológicos y provoca visiones específicos.  En las religiones contemporáneas se adoptan también diversas “posturas”, pero la mayoría son simbólicas; no nos ayudan a entrar en una realidad alternativa.  Nuestra civilización nos ha dado un millón de cosas pero vivimos en una sociedad depravada de experiencias de trance/ éxtasis.

El uso de posturas específicas para entrar en la “realidad alternativa” aparentemente empezó con los nómades, los colectores y cazadores, y se desarrolló en las sociedades horticulturas.  Con la agricultura se perdió el conocimiento de “posturas rituales del cuerpo” como la puerta de entrada al mundo espiritual.  En todas las religiones fundadas después de 5.000 años antes de Cristo, el contacto principal con el mundo de los espíritus llega en la forma de “recibir la gracia”. 

Las posturas rituales descubiertas por Felicitas y sus colaboradores nos dan la posibilidad de experimentar una estructura fundamental de la realidad; a través de ellas tenemos acceso a historias arquetípicas.  Hasta ahora, Felicitas Goodman y los y las que la acompañan en el Instituto Cuyamungue, han identificado casi 50 posturas rituales, siendo la más antigua la representada por una pequeña estatua descubierta en el año 1988 en un sito cerca de Krems al lado del rió Danubio.  Mide solamente 3 ½ cm., y se llama la ”Venus de Galgenberg”.  Según se ha estimado, ella tiene 32.000 años.  Adoptando esa postura, hemos tenido un viaje más poderoso y multidimensional al mundo de los espíritus.

El trabajo de Felicitas ha revelado un secreto simple: el cuerpo humano con su sistema nervioso central y periférico, es un gran “denominador común” para toda la gente, a pesar de las grandes diferencias de cultura y tiempo.  Recordando que nuestro tipo de conciencia es el fruto de un largo proceso de la creación, sospecho que los espíritus nos necesitan como instrumentos; que nosotros hacemos posible la manifestación de su sabiduría y otros dones que los espíritus pueden darnos.  Por eso quiero que todos puedan tener esta experiencia maravillosa.  De verdad, estamos recuperando un tesoro escondido por mucho tiempo.  (Fuente: Con-spirando: Revista Latinoamericana de ecofeminismo, espiritualidad y teología, No. 34: “Rituales: creaciones y poderes”, Santiago de Chile, Diciembre, 2000.)